Lo más extraño de la vida es que sigue su traqueteo, ciega e ignorante, incluso cuando tu mundo privado, la pequeña esfera que te has forjado, se retuerce y deforma hasta que llega a explotar. Un día tienes padres, al siguiente eres huérfana. Un día tienes un lugar y un camino. Al siguiente estás perdida en una selva.
Y sin embargo, el sol sigue saliendo y las nubes se juntan y van a la deriva y la gente compra comida y las persianas suben y bajan y se tira de la cadena. Es entonces cuando te das cuenta de que casi todo, la vida, el incesante mecanismo de existir, no tiene que ver contigo. No te incluye en absoluto. Va a empujarte hacia delante incluso después de que hayas saltado más allá. Incluso después de que hayas muerto.