El funeral se celebró hace un par de días. Allí llegaron alumnos de varias generaciones, gente de sesenta años y universitarios de veinte. En primera fila vi a compañeros que no había visto desde los dieciocho años, a mujeres de las que estuve locamente enamorado alguna vez, caras, voces y cuerpos que te dan la medida de tu propia edad; en el centro estaban las sobrinas gallegas de Pura, su único hermano, junto a ellos estaba el rey Felipe VI, compungido, sin séquito, totalmente solo, callado y atento como un exalumno más.