El asesinato como forma de ganarse la vida es la pregunta fundamental de esta crónica. La investigación aborda la figura del sicario —con sus días siempre al borde del abismo— como ineluctable resultado de la descomposición social y de la incapacidad del Estado para evitar que sigan proliferando.
El autor da cuenta de los primeros asesinos a sueldo en los albores del narcotráfico, desvela el origen y funcionamiento de las oficinas de cobro del Cartel del norte del Valle y de las más recientes bandas de «microtráfico» surgidas luego de la desmovilización paramilitar, para llegar a conclusiones que cimientan un marco alternativo de análisis.