El laird Sinclair y Muriel

Coburn Sinclair acaba de pasar por la mayor humillación de su vida. El orgulloso laird, uno de los puntales de la región más septentrional de las Tierras Altas, fue abandonado por su prometida a horas de su boda, y no tiene nada en que desahogar su furia. Maldita la hora en que fomentó con brío la paz de la región, porque combatir lo ayudaría a canalizar su decepción.
Para empeorar las cosas, los Morgan, el clan de la traidora, lo culpan de la situación y exigen resarcimiento. ¡Idiotas!
Es entonces que Eire, la laird de los Gunn, le pide que asile a su media hermana, un tímido ratoncito que apenas si ha visto antes. Como si estuviera en condiciones de cuidar a alguien que no sea él mismo.
Muriel Gunn siente el desasosiego que la partida de su madre y tío le dejaron. No porque los extrañe, no. Fueron terribles con ella. Mas siente que no pertenece aquí. Muchos la miran con fastidio y cuestionan que no se haya ido con su progenitora. Debería marchar, pero … ¿Adónde ir?
Cuando Eire le dice que el laird Sinclair aceptará su presencia en sus tierras, su esperanza renace. Un nuevo lugar, gente que no la conoce. Seguro allí podrá rehacer su vida.
Con lo que no contaba es con la inusitada atracción que siente por el caustico y desengañado líder.