Memoria y escritura del cuerpo: un estudio sobre sexualidad, maternidad y dolor

la sexualidad no es una cualidad innata en mujeres y hombres, se desarrolla a través de encuentros individuales con la familia nuclear y con los sistemas simbólicos puestos en parcha por los padres y madres, así como ellos mismos cargan con roles sociales impuestos en el niño (Jones 375).1

la autobiografía puede suponer, aunque no constituye una regla general, un estado de crisis en la persona, o bien, de estado emocional alterado que busca en la escritura liberación y trascendencia

De Man va aún más allá de esto al afirmar que la autobiografía es, en realidad, siempre ficción, independientemente de si quien escribe es un personaje que ha existido dentro del mundo o es un personaje inventado.

Quien escribe sobre sí mismo va desprendiéndose de su persona para mirarse desde la periferia, a veces con curiosidad y en ocasiones, de forma crítica, desenrollando el ovillo de sí mismo hasta comprender su vida, su escritura y sus decisiones

El cuerpo sigue siendo sujeto a los designios sociales y se encuentra atrapado en dichos constructos.

En su mayoría, estas autoras suelen escribir textos que se debaten entre dos temas sustanciales: el político, producto de la represión de la dictadura, la marginación social o la guerra, en el caso de España; y por otra parte, la experiencia de la mujer dentro de dicho ámbito político y su relación con este ambiente a través de su cuerpo y el amor, la pérdida, el dolor, la tortura, la sexualidad, etcétera

abogan por una escritura desde la experiencia del cuerpo femenino en contraposición al masculino.

freudiano, y el estudio de la escritura femenina y de la escritura como forma de resistencia, a la cual Elaine Showalter llamaría ‘ginocrítica’, respondiendo irónicamente al comentario de Harold Bloom, ‘Lo que eres es lo que puedes leer’” (Fe 15

hay dos escuelas claramente definidas: por una parte, la escuela francesa liderada por Julia Kristeva, Helene Cixous y Luce Irigaray; y la norteamericana, a la que pertenecen Toril Moi, Kate Millet, Mary Ellman o Elaine Showalter.

primera mitad del siglo XX, viene la segunda “ola”, para usar el término norteamericano denominado wave que toma lugar sobre todo y a partir de los movimientos de derechos civiles en ese país, u otros paralelos, como el movimiento estudiantil en París de 1968 o la Primavera de Praga.