Como es natural, desde que empezaron a avergonzarse de su ignorancia, empezaron a despreciar también la cultura (un rasgo pequeñoburgués que ellos han adquirido enseguida por mímesis). Al mismo tiempo, el joven pequeñoburgués, al ajustarse al modelo «televisivo» –que, al haber sido creado y promovido por los de su propia clase, le resulta en gran medida natural–, se torna extrañamente zafio