Lo que hice fue horrible. No espero que me perdones.
–No te preocupes por eso –dijo Cecilia, con voz tranquilizadora, y durante el par de segundos en que dio una profunda calada de su cigarrillo, Briony, estremecida, vio crecer sus ilusorias esperanzas–. No te preocupes –repitió su hermana–. No te perdonaré nunca.