El punto central de la casa era una preciosa y antigua talla de marfil: con casi setenta centímetros de alto, representaba al dios Ganesh, símbolo del aspecto generoso de dios, aquel con cara de elefante, dispensador de todo lo bueno de la vida, quien quita los obstáculos y remueve las dificultades, muy similar a la advocación que el catolicismo venera en el niño Jesús.