Pero lo que Kyle nos enseña es que no se logra nada bueno sentado quejándose. Al contrario, él reconoció sus «límites», los aceptó, y buscó formas de vencerlos. Luego salió e hizo lo que «debía hacer».
Cuando la vida se nos vuelve difícil, a veces un poco de humor oportuno puede ayudar a nuestra adaptación.