En eso consiste un matadero. Se mata. Para Edgar Wilson, además de matar, es importante encomendar el alma de cada rumiante que se sacrifica. Edgar cree que poseen una y que cuidará de cada una de ellas cuando muera. De cada quinientos un alma. Ese era su tributo al Señor, pues siempre fue un hombre de sangre, y los hombres de sangre están destinados a la guerra, sea por voluntad, sea por necesidad.