«Después de las celebraciones de los derechos de la mujer cada 8 de marzo, nos toca hacernos la pregunta de cuánto hemos avanzado realmente las mujeres en no solo en el plano político, social e institucional, sino el modo en cómo somos percibidas, tratadas e interpretadas en la esfera privada y pública, cuál es nuestra capacidad de respuesta, fundamentalmente, qué lenguaje estamos utilizando para representarnos y cómo reaccionamos, qué respondemos, qué pensamos. Nuestra capacidad de ser autónomas no solo está fundada en el actuar, parte concreta de una transformación, lenta, pero que deberá llegar, sino en el “nombrar”, en los modelos de mujer que nos muestran los medios, los libros, la literatura en general. Muchas mujeres piensan que la batalla está ganada cuando se dictan leyes y se crean ministerios, pero ignoran que mientras estemos culturalmente condicionadas a pensarnos en tanto que subalternas o persona sin una soberanía completa, idéntica a la del hombre, todas las leyes del mundo no podrán hacer avanzar las cosas. Seguiremos estando colonizadas por un lenguaje patriarcal que infantiliza protegiendo, anula asumiendo la palabra en nuestro lugar.»
Publicada en marzo de 2016, y perteneciente a la colección Todos contra el mundo, o, quinto libro de @loslibrosdelamujerrota.
Corta intro con la imagen de portada: Performance Ritual de sanación del cerro, en el marco del "Día del dolor colonial", 12 de octubre de 2015. Gabriela Rivera Lucero - Natalia Cabezas Díaz. Fotografía de Marcela Anabalón. Posteriormente, Patricia nos habla de una literatura que va a la par con la historia de ciertas colectividades, a partir de la referencia de Flora Tristán, Y Simone de Beauvoir –escrita en Caracas, 4 de julio de 2014. Especialmente, en esta ocasión se toma una crítica respecto al carácter del lenguaje, la literatura, la política, la historia, y la vida –y obra– de la "Otra": «de la importancia primordial de su lucha por la igualdad y la libertad. El lugar que ella pudo inventar para escribir una vida, su vida». Hablar de la locura como cualidad, como extravagancia de la expresión del cuerpo: «¿No es una locura un lenguaje que se ignora dentro de un cuerpo, de una vida, una existencia, un lenguaje sin rostro? La colonizada termina por integrar el discurso que la convierte en estigma, y el sentimiento de inferioridad que la hace sentirse inferior; lucha contra él, pero está en su idioma materno, entonces, solo puede imitar…»