Definida por Henry James como «una pequeña y hermosa obra maestra» y considerada como un clásico incontestable de las letras anglosajonas del siglo XIX, La tierra de los abetos puntiagudos es la gran novela de Sarah Orne Jewett, una de las voces más respetadas de la literatura regionalista estadounidense.
El verano acaba de empezar y a la localidad costera de Dunnet Landing llega una escritora en busca de un lugar tranquilo donde refugiarse del ajetreo de la ciudad y poner punto final a su libro. Allí alquila una habitación en casa de la señora Todd, una experta botánica que vende remedios caseros preparados con las plantas de su jardín y con la que entablará una profunda amistad. Ella será la encargada de introducirla en la vida social de una comunidad que parece discurrir aislada bajo la imponente presencia de los abetos a los que alude el título.
Sarah Orne Jewett construye una magnífica novela que retrata con sensibilidad y nostalgia un mundo en vías de desaparición, y nos presenta una memorable galería de personajes femeninos: mujeres independientes y de gran entereza que defienden su derecho a la soledad y que tejen una firme red de cuidados y afectos.