Cuba en la década de 1960. La revolución ha triunfado y dos chavales que aparentemente no tienen nada en común se hacen amigos. Pedro Juan, viejo conocido de los lectores de Pedro Juan Gutiérrez, es atlético, fornido y con el tiempo será un seductor amante de las mujeres voluptuosas. Fabián es todo lo contrario: enclenque, asustadizo y miope, toca el piano, es homosexual y su familia –una madre madrileña y un padre catalán que emigraron a la isla en los años veinte– vivió tiempos mejores en la Cuba prerrevolucionaria. Esta amistad improbable seguirá a lo largo del tiempo y las vidas de estos dos chicos volverán a cruzarse en los años venideros. Pedro Juan se habrá convertido para entonces en un hedonista que disfruta del sexo con mujeres de generosos pechos que no le piden compromiso, incluida una sexagenaria desaforada. Fabián será un artista sin capacidad para enfrentarse a una realidad hostil; lo han detenido por maricón y, aunque acaba saliendo airoso, el miedo se apoderará de él y vivirá cada vez más encerrado en sí mismo. Ambos se reencontrarán en una fábrica de enlatado de carne donde trabajan los parias de la nueva sociedad revolucionaria, pero sus destinos serán irremediablemente dispares. Basada en hechos reales, ésta es una novela de contrastes: de luces y sombras, de vitalismo y desesperación, de goce y represión. Escrita con el habitual tono directo y visceral del autor, y con el telón de fondo de una Cuba efervescente y sórdida, narra la amistad imposible entre dos parias de la revolución, entre dos jóvenes que viven de espaldas a las proclamas y mentiras oficiales y buscan sus espacios de libertad con destino dispar. Fabián y el caos es una nueva muestra del arrebatador talento de esa suerte de Bukowski caribeño que es Pedro Juan Gutiérrez y está repleta, como toda su obra, de sexo y desolación, de vigor y pesimismo.