Mientras que Lenin y Trotski desplegaban su nuevo Ejército Rojo en guerras civiles en Rusia y Ucrania, cinco territorios en torno al mar Báltico –Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia– se convirtieron en repúblicas independientes. Tras estas pérdidas, la Rusia bolchevique abarcaba menos territorio al oeste que la Rusia de los zares. De estos nuevos Estados independientes, el de Polonia estaba más poblado que todos los demás juntos y era, con mucho, el más importante desde el punto de vista estratégico. Más que ninguno de los otros nuevos Estados surgidos al final de la guerra, Polonia cambió el equilibrio de poderes en Europa oriental. No era lo bastante grande para ser una gran potencia, pero sí para constituir un problema para cualquier gran potencia con planes de expansión. Separaba a Rusia de Alemania, por primera