Si la fe mueve montañas, la fe religiosa puede mover hasta las estructuras sociales, económicas y políticas universales. Si el cristianismo es la doctrina más expandida y uno de los mayores responsables de los cambios de paradigma a nivel mundial, ¿por qué todavía casi la mitad de la humanidad niega la existencia de Jesucristo como el Gran Salvador?
Según el autor, si buscamos perdón, sabiduría, entendimiento y permiso, bajo ningún punto de vista podríamos considerarnos ateos o agnósticos. Y si vamos tras la felicidad en todos los ámbitos, si bregamos por el bienestar individual y de todos los pueblos, debemos abocarnos al Todopoderoso y, en especial, tenemos que reconocer a Jesucristo como el Mesías hijo de Dios. De lo contrario, nunca podremos salir del infierno y estaremos signados por una existencia física y espiritual tortuosa.
Esta obra comprueba, según las vivencias del autor, el cumplimiento de las profecías de los apóstoles, quienes fueron escogidos para multiplicar la presencia de Jesús y propagar su mensaje. Los análisis de los escritos teológicos a lo largo de la historia y las vivencias tragicómicas, desgarradoras y transformadoras del autor son el instrumento principal de esta investigación.