William Golding, nacido en Inglaterra, publicó su primera novela —Señor de las moscas— en 1954. Recibida con notable entusiasmo por hombres como Amis, Calder Marshall, C. S. Lewis, Herbert Read, Walter Allen, E. M. Foster, Señor de las moscas alcanzaría poco a poco la fama de un clásico moderno. ¿Qué es en realidad este libro singular? ¿Una fábula? ¿Una parábola? ¿Ciencia-ficción? ¿Un examen de los problemas del bien y del mal? ¿Una novela de aventuras en una isla desierta? La crítica ha señalado a menudo no sólo el prodigioso oficio de Golding, el poder de su imaginación, la perfección y belleza de su prosa, sino también de qué modo admirable ha creado a la vez —con Señor de las moscas— un mundo y un símbolo.