Una periodista hija de exiliados, regresa a Chile para escribir el guión sobre una película de Colonia Dignidad. Es una historia sobre la que recién está levantando el manto de impunidad que permitió que, durante décadas, operara en ese enclave alemán un régimen casi feudal.
Poco a poco, a medida que avanza en su investigación, la narradora conoce a una colona que la llevará por un camino insospechado, donde están las huellas de Paul Schäfer y de los agentes de la dictadura militar, pero donde sobre todo se pesquisa el rastro de un niño que murió durante una jornada de cacería. ¿Quién disparó la bala que perforó la cabeza del pequeño Hartmut? Alrededor de este enigma, y nutriéndose de declaraciones judiciales, archivos de la policía, entrevistas, Lola Larra hace que el lector transite con la más absoluta naturalidad de la ficción a la no ficción, en una historia fascinante, que se lee como un viaje a los abismos del mal.
Y como todas las grandes obras sobre la vileza humana, Sprinters platea preguntas incómodas sobre la indolencia -o derechamente, la complicidad— de todos los que prefirieron no ver y no saber que un poco más allá de sus fronteras campeaba el horror.