En Medea me cantó un corrido, libro finalista del Premio Ribera del Duero, Dahlia de la Cerda explora nuevamente de manera magistral el arte de narrar una serie de relatos interconectados. La autora crea un paisaje literario único, característico de su estilo original, donde las protagonistas se enfrentan a situaciones límite, inmersas en un fuego cruzado entre la violencia del crimen organizado, el Ejército y los conflictos de padres, familias o parejas provenientes de estos entornos. Sin embargo, como dice una de ellas parafraseando a Sartre: «No somos lo que hicieron de nosotras, sino lo que hacemos con lo que hicieron de nosotras». Por fortuna, en esta ocasión contarán con la ayuda del personaje mitológico Medea, quien aparece «toda vestida de negro, con unas trenzas africanas muy perritas» para auxiliar a las protagonistas, ya sea en abortos o en el término de relaciones abusivas similares a la que ella vivió con Jasón. Todo esto ocurre al ritmo de perreo, corridos tumbados, cumbias y kittychelas, pues, como es ya característico de la literatura de Dahlia de la Cerda, en estas páginas conviven situaciones delirantes y sumamente divertidas. Como si solo a través del lenguaje, la música y el humor negro, la existencia de las memorables protagonistas se hiciera más llevadera, y sus historias puedan ser ahora compartidas con lectoras y lectores de las más diversas latitudes.