Cuando un cazador de vampiros pierde todos sus recuerdos, la única persona que puede ayudarlo es la vampira que ha intentado matar durante siglos. Cuando Aethelthryth —«Ethel» para sus vecinos del Manhattan actual— encuentra a su némesis jurado, Lazlo Enyedi, sin recordar quiénes son ni qué son, una antigua cacería se convierte en una inesperada oportunidad para una pasión prohibida. Él se queda a dormir en su sofá, resolviendo sudokus y mirándola como si fuera su amor eterno (menos la parte de convertirse en cenizas). A medida que sus recuerdos regresan lentamente, Ethel se da cuenta de que podría estar en peligro de perder algo más que la cabeza…