Žižek afirmó que la Biblia contenía una idea valiosa sobre el acceso directo a lo universal para todos los seres humanos. El filósofo esloveno sostenía que incluso un ateo debería reconocerlo. Esto me llevó a pensar en el entusiasmo de Žižek por el apóstol Pablo, a quien considera el primer universalista auténtico, ya que fue a través de Pablo como Žižek había llegado a una idea que había repetido, una y otra vez, ante auditorios repletos en todo el mundo, en los últimos quince años: a saber, que el legado universalista del cristianismo es demasiado precioso para dejarlo en manos de fundamentalistas lunáticos3.