Luego volví a la ciudad y seguí siendo feliz porque me había quedado un aura o, como a las vírgenes, un resplandor. Pero luego de días, se empezó a fundir.
Me pregunto si con el tiempo continuará este proceso: una felicidad que se levanta y luego desaparece, se seca. Quizá todo se vuelve arena, sin la posibilidad de ser otra vez una ola pero con la calma de no tener que elevarse, sólo dejarse mover. Y de vez en cuando voltear a ver el mar y sentir nostalgia de nuevo