Octave se une a ellos, pide una botella de Gordon’s y acepta darle a un porro de hierba. En la playa, las cosas están claras. Las black girls acuden a la cita. Una de ellas le dice:
–Te invito a mi choza.
Pero como no domina su impreciso acento, Octave entiende:
–Te invito a mi cosa.
Es curioso. Como el engaño es recíproco, no hay confusión. Pero él pone su mano sobre el rostro de ella mientras murmura:
–Querida, yo no follo con las chicas: prefiero perderlas