La tercera parte del libro lleva por título “El fin de la transgresión masculina”. Me detengo en narraciones en las que la celebrada transgresión se vuelve irrisoria, cruel o puro efecto de una relación de poder. El cine de Lucrecia Martel, las historias de las escritoras brasileñas Hilda Hilst y Clarice Lispector, las fotografías de Madalena Schwartz son tentativas para pensar lo que denominé “fin de la transgresión”.