intimidad puede ser una carga insoportable para quienes, al experimentarla por primera vez después de una vida entera de autosuficiencia orgullosa, de pronto descubren que era lo que le faltaba a su mundo. Encontrar la dicha se vuelve indistinguible del miedo a perderla. Cuestionan su derecho a responsabilizar a otro de su felicidad; se preocupan por que su ser amado pueda considerar tediosa su reverencia; temen que su anhelo les pueda haber distorsionado los rasgos de formas que ellos mismos no alcanzan a ver. Y así, vencidos por el peso de todas estas preguntas y preocupaciones, terminan por doblarse sobre sí mismos, y la felicidad que acaban de encontrar en la compañía se convierte en una expresión más profunda de la soledad que creían haber dejado atrás.