A tal punto llega el tributo a Vallenilla y su idea de una «guerra civil» (guerra social, encerraba este término para él) que «los marxistas –escribe Manuel Caballero– transformarán rápidamente la ‘guerra social’ de Vallenilla en una ‘guerra de clases’. A tal punto, pero además con tal dependencia del planteamiento positivista, que en varias ocasiones nos hemos permitido decir que el materialismo histórico en Venezuela, en particular su vertiente ortodoxa y estalinista, debe mucho menos a Marx, a Engels, a Lenin e incluso a Plejanov (quien fue su maestro confeso de los primeros tiempos), que al ideólogo del gomecismo. Que la versión venezolana de esa escuela es mucho menos marxista que ‘vallenillista’»[72], afirmación, dicho sea de paso, que al final de su vida el mismísimo Irazábal aprobó.