A veces, al despertar, te preguntas: «¿Dónde diablos estoy?». En un despertar más confuso, la pregunta fugaz es: «¿Quién soy?», o incluso «¿Qué soy?». Esos momentos, cuando abres los ojos y ves el mundo como por primera vez, como un recién nacido, pueden ser deliciosos. Con la incertidumbre llega una sensación de libertad.