término «heredero» proviene del latín heres, que tiene la misma raíz del griego cheros, que significa «desierto, desnudo, carente». Esto significa que no hay diferencia entre el heredero y el huérfano, porque quien realmente puede heredar es «sólo aquel que se descubre orbus, orphanos».1 Cada auténtico movimiento de herencia presupone el corte, la separación, el trauma del abandono del padre, la experiencia de la pérdida, de ser precisamente un huérfano.