No creo que mi difunto padre me esté observando. Pero su cuerpo está enterrado en este jardín, lo que queda del jardín de mi madre, rodeado por babosas, arañas camello, lombrices, hormigas, cucarrones y cochinillas. Quizá haya incluso algún escorpión que se pose junto al rostro medio descompuesto de mi padre y juntos parecen los dibujos de la tumba de un faraón egipcio.