—Mary —mascullo entre dientes, con los brazos acalambrados por sostener tanto peso. —Encontramos a tu nieto, se ha confundido de casa —explico sin saber qué decir con exactitud. Si mi nieto apareciese en este estado, comenzaría a gritar todas las palabras que ofenden a Jesús, pero la mujer de cabello canoso se ríe en su lugar.
—Este no es mi nieto, Kansas —responde con un brillo de compasión y gracia en sus ojos—. Pero buen intento por liberarte de tu nuevo novio, ¿quieren una galleta?