Percibo cómo la fe ciega que han depositado en el poder curativo de la naturaleza se va desvaneciendo de su rostro mientras les recuerdo que el cianuro, el arsénico, el plomo, el mercurio, el cadmio, la estricnina, las toxinas de los moluscos, del pez globo y de los hongos, los venenos de las arañas, de las avispas y de las serpientes son sustancias letales que la naturaleza nos ofrece a manos llenas.