Permítaseme que remate estas consideraciones iniciales con el reconocimiento de mis contradicciones: aunque creo firmemente en la crítica del trabajo que se realiza en estas páginas, es harto frecuente que mi conducta personal no se ajuste a las que cabría estimar que son las consecuencias inevitables de esa crítica. No hay mejor demostración de que formo parte alienada de la cultura del trabajo que la prisa que, en condiciones difíciles, me ha guiado a la hora de poner broche a este modestísimo libro.