convierte en algo así como un cuerpo celeste solitario; como un cometa que recorre el espacio impulsado por una fuerza interna hasta que otro cuerpo celeste lo absorbe. Entonces se apaga. A la manera de un cometa se mueve el cuerpo por la tierra, esperando a que esta lo acoja. Desmigajado, convertido en polvo, se acerca a ese punto misterioso que lo ha atraído desde el nacimiento; a esa llamarada que está más allá de todo lo pensable, por encima de todo lo existente, y que en algunos instantes excepcionales, casi oníricos, sin embargo, resultan de lo más comprensibles.