Por decirlo de la manera más llana posible, me parece imprescindible intentar ser bondadosos y empáticos con los niños, negociar y evitar el autoritarismo, así como procurar descubrir y respetar sus ritmos de desarrollo. Pero no solo porque me gusten los niños, o porque amar a mis hijos sea una respuesta natural en mi especie. Y no, desde luego, porque crea que todo cuanto de ellos deriva es natural y benéfico, y nosotros como cuidadores debamos plegarnos a ello, ni tampoco porque me lo dicte mi instinto. Sino porque me parece que son personas con derecho a ser tratadas con respeto, además de ser receptores netos de nuestra obligación moral de cuidar