Dahlia De la Cerda

En tu propia casa, ningún sitio es seguro.

Ninguno.

Ser mujer es un estado de emergencia.

Asesina a su mujer frente a su hija de cinco años.

Escapar de esto no depende de echarle ganas, de querer salir adelante. Esas frases son de güeros. En el barrio se trata de rifártela para sobrevivir.

¿Dónde estábamos nosotras mientras cada tres horas una mujer era matada a golpes, descuartizada y violada? Me sentí terrible.

Una nunca está preparada para la muerte de una persona amada, nunca. Pero no era una muerte, esto era un arrebato. No era una muerte, era un robo. Te arrebataron con violencia de mi lado. Me solté a llorar desconsolada

Madres que buscan a sus hijas. Ciudades tapizadas de cruces rosas. Ciudades tapizadas de letreros de jóvenes desaparecidas. Desiertos de huesos. Lagunas que devoran mujeres. Mujeres muertas que brotan de los ríos, de las alcantarillas, de las arenas del desierto. Cadáveres tirados a la basura, en bolsas negras. Comida para los perros. Mujeres desechables.

El asesino era su novio.

Era su esposo.

Era su ex.

Era su amante.

Era su padre.

Era su hijo.

Era un hombre.

Era el que le decía que la amaba. Y la mató.

México es un mostro enorme que devora a las mujeres. México es un desierto hecho de polvo de huesos. México es un cementerio de cruces rosas. México es un país que odia a las mujeres.

Madres que buscan a sus hijas. Ciudades tapizadas de cruces rosas. Ciudades tapizadas de letreros de jóvenes desaparecidas. Desiertos de huesos. Lagunas que devoran mujeres. Mujeres muertas que brotan de los ríos, de las alcantarillas, de las arenas del desierto

No existe un cuarto propio cuando ellos creen que nuestro cuerpo les pertenece.

A mí la tristeza ya me arrastró. Es más, a veces siento que la tristeza soy yo.