Muchas terapias occidentales se centran en intentar controlar o modificar las emociones y sentimientos de los pacientes. En Occidente solemos aceptar que lo que pensamos influye en cómo nos sentimos y eso influye en cómo actuamos. En cambio, la terapia de Morita se centra en enseñar a los pacientes a aceptar sus sentimientos sin intentar controlarlos, ya que los sentimientos cambiarán a través de la acción.