una sensación de angustia y mareo cada vez que oía sirenas, pisadas ruidosas u hombres gritando. Eso, como aprendí, es un trauma: una sensación casi permanente en el estómago de que algo va mal, o de que algo terrible está a punto de suceder, reacciones automáticas de mi cuerpo ante el miedo diciéndome que huya, que me proteja, que me esconda del peligro que está en todas partes.