Así, cuando Nura, con su buen hacer, anunció «Maanta dooro macaan», hoy toca rico pollo, yo pensé: «Bueno, hoy no comemos». Pero me equivocaba. No sé muy bien qué clase de prodigio alcanzó Nura con el pollo, pero, decididamente, no solo estaba bueno, sino que rozaba lo divino. Se deshacía en la boca y, durante un segundo, cada uno de los comensales tuvimos una visión paradisíaca de nuestro particular jardín del edén. Durante un instante, la tierra desapareció bajo nuestros pies, y fue después