Para Óscar, la secundaria era el equivalente de un espectáculo medieval, como si lo hubieran puesto en el cepo y forzado a soportar que una multitud de semianormales le tirara todo tipo de cosas y le gritara ultrajes, una experiencia de la cual debió haber salido mejor persona, pero que no resultó así… y si existía alguna lección que aprender de la tortura de esos años, él no tenía la menor idea de cuál podía haber sido.