nuestro estilo de apego no depende exclusivamente de les adultes de referencia en nuestra infancia, sino de nuestra salud física y mental, de nuestra situación socioeconómica, de las condiciones socioculturales de nuestro entorno o de las estructuras de poder que marcan nuestro día a día, especialmente supeditadas a los privilegios y opresiones que nos atraviesan.