¿Qué puedo hacer, sino forzarme a recordar? Tratar de grabar lo que sé en mi alma, es decir, en una cosa que no tiene superficie, lados, páginas, ni forma material alguna. Llevarlo tan bien metido en los bolsillos de mi existencia que, cuando abra los ojos y baje la vista a mis nuevas manos, provistas de pulgares que pueden plegarse firmemente sobre los otros dedos, ya sabré. Ya veré.