Tales cuentos se los imaginan los pobres palurdos que ni siquiera pueden soñar con calmar sus numerosos deseos y anhelos a través de su propia actividad. Me alegra de que no te cuentes entre ellos, Geralt de Rivia. Somos parecidos en espíritu. Yo, si algo deseo, no sueño, sino que actúo. Y siempre consigo aquello que deseo.