Luisa Josefina Hernández

había convertido en niña para obligarme a vivir de nuevo todos los malos detalles de mi vida.

me parecía que alguien me

que las ratas juegan.) Y yo las he visto así como niñas, como hadas, como locas, mientras mi sexualidad asustadiza y profunda se deshacía en símbolos.

niños inteligentemente prenatales, que como una legión disciplinada a un solo paso y a una sola voz, han tomado la decisión de no intentar la vida.

segregando miel, como una colmena vieja y vengativa.

Para nosotros esas criaturas permanecerán fugitivas, porque tienen la pureza de la madera de los muebles y la integridad del interior de las frutas

Ambulo para encontrar ese recóndito lugar de musgo, en que, sin dar lugar a duda, ha crecido la hierba. Ese es el sitio que yo busco para estar el minuto de calma, la tregua entre el castigo y el castigo.

soy una bestia envejecida que añora sus antiguas proezas; estoy aquí digestiva y enroscada, como para dormir todo un invierno.

¿Era arte aquella cosa atormentadora y horrible?

Eutifrón y yo y tú en el lugar donde te encuentres, también eres arte. Con todos esos complicados giros, esas luces baratas y esa repugnante fragilidad dotada de una íntima armonía.