cada uno de estos lugares, su condición de escritor primó sobre la de diplomático, circunstancia que en algunas ocasiones le generó verdaderas complicaciones (Vila, 200
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el prólogo que escribe para Cartas que romperemos de inmediato y recordaremos siempre, Edwards alude a los juegos del vate con su nombre, en especial al uso de “Pedwards” para nombrarlo cuando algo le molestaba de é
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primero «La visita de los peces» que no me gustó mucho”– y cómo desborda de entusiasmo cuando analiza “La vida cotidiana