la prensa solo vende monstruos que involucran a sujetos de sectores rurales o de la periferia de la ciudad, «ciudadanos de segunda clase», como los llamó un presidente. ¿Y los otros monstruos? ¿Qué pasa con los abogados, los empresarios, los profesores y los artistas? ¿Dónde quedan los padrastros, los tíos y los abuelos de la clase media? Los que negocian silencio y compran memorias. Los que sonríen en las fotos familiares, en las reuniones de directorios y en las juntas de accionistas. Esa basura no se saca a la calle. Se esconde en casa y pudre las familias desde dentro. O devienen personajes de libros de ficción