Un homenaje lúcido y emocional a la vida sencilla, esta novela juega con la idea de que sólo es posible entender la propia vida si reflexionamos sobre la de otras personas. En un día de nieve en París, Esteban Hinestroza mira por la ventana y se pierde en los recuerdos de su infancia en Colombia en 1960. Esteban recuerda la historia personal de Toño, que amaba a Delia, pero no pudo defenderse de los celos de Cory, del niño Ismail, cuya familia vigilaba los huesos de su tío muerto, y de Federico, un experto en suicidios con una profunda comprensión de las relaciones interpersonales, en particular las de su propio pasado.