Azafran Hernándezhas quoted5 years ago
Tal vez no sea casualidad que un libro tan extraordinario como Una mujer en Berlín estuviera marcado por un destino fuera de lo corriente. Nunca sabremos si, al escribirlo, la autora tenía en mente su posterior publicación. Los «garabatos íntimos» que realizó entre abril y junio de 1945 en tres cuadernos de notas (y algunos trozos de papel añadidos con precipitación) la ayudaron, más que nada, a mantener un vestigio de cordura en un mundo de devastación y crisis de los valores morales. Se trata, literalmente, de «memorias del subsuelo», escritas en un refugio antiaéreo que también debía ofrecer protección contra el fuego de artillería, el pillaje y las agresiones sexuales del victorioso Ejército Rojo.
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