Davidhas quoted7 years ago
—Mamá, ¡ay! Ma…—No pudo gritar más. Uno de ellos le apretó el cuello, apartando los bucles como si fueran plumas, y los otros la arrastraron de una sola pierna hasta la cocina, donde esa mañana se había desangrado a la gallina, bien sujeta, arrancándole la vida segundo por segundo.
Mazzini, en la casa de enfrente, creyó oir la voz de su hija.
  • Join or log in to comment
    fb2epub
    Drag & drop your files (not more than 5 at once)