Azafran Hernándezhas quoted5 years ago
Gracias a Sigmund Freud (si bien tengo que alertar aquí sobre la tentación de simplificar en exceso el sondeo de las profundidades del espíritu con los vocablos de moda del psicoanálisis), sabemos que los instintos pueden cambiar su objetivo, «que se pueden reemplazar unos a otros transmitiéndose la energía de uno a otro». A ningún lector se le escapará que, entre los vecinos de esa casa de Berlín, un instinto predominaba frente a todos los demás: el hambre. Se trataba del instinto de supervivencia, al precio que fuera.
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