Durante todo este tiempo, la situación política en Alemania y Europa sufrió cambios fundamentales. Comenzaron a aflorar toda clase de recuerdos reprimidos por la memoria colectiva, y fue posible discutir temas que habían sido considerados tabú durante mucho tiempo, circunstancias que habían pasado desapercibidas ante la magnitud del genocidio alemán tales como la extensa colaboración de Francia, Holanda, el antisemitismo de Polonia, el intenso bombardeo de la población civil y la limpieza étnica de la posguerra.