Con su mirada inocente y a la vez profunda, Clara nos cuenta el largo viaje que emprende junto a su familia. Nos relata con una sensibilidad mágica la historia de su migración. Mientras avanza por selvas, ríos y caminos difíciles, ella descubre que no ha perdido su casa, sino que ahora tiene una casa especial. Siente que lo esencial viaja con ella, porque hay cosas que ni el tiempo ni el lugar pueden cambiar. Y comprende que cada uno, a su manera, tiene su casa especial. En este instante, mientras leemos estas líneas, hay niños y niñas que marchan, caminan sin pausa en busca de un lugar mejor. Muchas veces encuentran, aunque otras tantas el camino se hace largo y difícil. Por eso, esta historia, en la que lo valioso muchas veces es intangible y lo verdadero abraza con el sentimiento más puro, intenta honrar la valentía de todos esos niños y niñas. Deseamos con absoluta esperanza que, con sus ojos mágicos y corazón virtuoso, puedan refugiarse en su casa especial.